Información extraída del Universal en Línea: http://www.eluniversal.com.mx/opinion.html
Ya se sabe que nuestras percepciones de la emergencia están determinadas por la cultura mediática. Más de un siglo de imágenes de cine y más de medio siglo de televisión han construido algunos de los referentes básicos de un imaginario colectivo global.
En un primer momento, desde Madrid o Londres se pudo percibir a un México solitario en su indefensión ante el ataque viral, como aquel poblado californiano de la película Outbreak, llamada aquí Epidemia. Sólo que, en unas horas, la construcción mediática mundial de nuestro país agregó al tema de la inseguridad criminal el de la influenza porcina. De manera que la imagen de México se convirtió en un lugar en el que, al llegar, si no eres secuestrado ni alcanzado por la bala perdida de algún tiroteo, seguro caerás abatido por el nuevo virus.
En un segundo momento, cuando el mal se extendió por el mundo y Washington decretó “una emergencia de salud pública de preocupación internacional”, los referentes escalaron a las escenas de plagas encaminadas a someter a la humanidad entera, por ejemplo, las secuencias de la cinta Twelve Monkeys o los capítulos de la clásica serie de televisión británica La amenaza de Andrómeda.
Cada sociedad nacional pasó entonces (con sus medios) a centrarse en sus propias preocupaciones y acciones para ponerse a salvo. Pero hay actores y medios de países como España, Estados Unidos y Argentina, que aparecen dispuestos a erigir a México en un “pánico moral”, cono llama Stanley Cohen al país, etnia, religión o persona en que los medios tienden a concentrar las causas de la preocupación generalizada ante un suceso significativo como el de la epidemia en curso.
Virus globales
Una visión más justa, real —y por tanto más dramática— del escenario mundial de emergencia puede encontrarse; sin embargo, en un sitio en red como Dot Earth, que ubica la epidemia en el escenario de nuestro pequeño planeta, estrechamente tejido con redes de transportación que transmiten en unas horas virus como el aislado inicialmente en California pero que ha desatado sus peores efectos en nuestro país.
Y no es que necesariamente la globalización se haya vuelto viral, como escribió ayer David Brooks en The New York Times. Como lo han traído a cuento todos los que han recapitulado ahora sobre las epidemias de otras épocas, aunque el término no se usara, los virus siempre se han globalizado.
En todo caso, lo nuevo de hoy, junto a las rápidas mutaciones de los virus, es la velocidad con que éstos cubren el planeta en unas cuantas jornadas, transportados por vía aérea a través de legiones de migrantes.
La otra novedad, por supuesto, está en la forma acelerada con que los medios de comunicación despliegan instantáneamente por el planeta su capacidad informativa sobre la emergencia, al lado de su potencial de generar y generalizar las más graves preocupaciones por el mundo, en una esfera pública también globalizada.
Virus canallas
En estas condiciones, a la lucha por detener la multiplicación de las víctimas del primer virus, el de la influenza, el gobierno de México aparece hoy en lucha por detener un segundo virus, el del pánico moral con que se pretende castigar al país afuera, además de la lucha por contener un tercer virus, ese sí, de cepa netamente nacional: el de la incredulidad en la información pública, lamentablemente alimentada por motivaciones políticas.
Si por su denominación de origen el virus de la influenza se conoce como swine flu, gripa del cerdo o porcina, los virus del pánico moral y de la incredulidad aparecen como virus canallas, en el sentido en que —lo mismo en inglés que en español— las palabras cerdo o puerco, y sus variaciones, con las de cerdadas o porquerías, se aplican coloquialmente a acciones canallescas: ruines o miserables.
Sería de esperar que la propia emergencia, con el consistente esfuerzo de comunicación desplegado por el gobierno, termine por controlar también estos virus canallas de alto potencial destructivo, comparable al de la influenza que ha caído sobre México.