¡GRITA RADIO EN EE.UU.!

28 de Septiembre, lanzamiento oficial de Grita Radio USA. Mantente informado sobre el concierto de lanzamiento y la nueva programación de Grita Radio USA a través de la página oficial de Grita Radio.

Además, puedes disfrutar de:

RockerMX

RockerMX es la sección dedicada a investigar en su primera etapa la trayectoria de grupos de rock en nuestro idioma a lo largo de 5 décadas.

Promociones

Puedes ganar boletos para los mejores eventos: conciertos, conferencias, premieres, fiestas exclusivas, y mucho más.

Radio por Internet

La mejor selección musical a través de la señal de Grita Radio; una mezcla de rock nacional, internacional y lo que aún no se descubre, pero que llega antes a las manos de los locutores de Grita Radio. ¡Súbanle a las bocinas!

¡¡¡Y MUCHO MAS… DALE CLICK A GRITAMX.COM Y DESCUBRELO!!!

¡Wolfmother se separa!

Snif, snif.

Pedrito Fernández y Lucerito; Chabelo y Pepito; Biruta y Capulina; Dean Martin y Jerry Lewis; Niurka y Juan Osorio; Waters y Gilmour; Janis, John, Jim, Jimmy y la vida… Y ahora, Wolfmother.

Hay separaciones que duelen, y esta es una de ellas. El día de hoy (7 de Agosto del 2008), la banda australiana Wolfmother anunció a través del blog de su myspace su separación definitiva. Chris Ross (bajista y tecladista) y Myles Heskett (baterísta) anunciaron su salida inmediata de la banda; el primero por tener diferencias personales y artísticas irreconsiliables, y el segundo por no querer formar parte de un Wolfmother «parchado». Por su parte, Andrew Stockdale (vocalista y guitarrista) iniciará el proceso de «parchado» en un futuro indeterminado.

Wolfmother era la banda australiana que nos sacudió con su disco debut (y ahora único disco) homónimo, vendiendo más de 1.3 millones de copias. El sonido del verdadero rock (algo que perduró por mucho tiempo en una generación de Ledzepelineros) acompañaba a este magnífico y poderoso trío.

Descansen en paz nuestras ilusiones de más Wolfmother.

Wolfmother – Dimension

‘Burbujeando’ por Grita Radio

En ocasiones las burbujas se amontonan, formando comunidades; en otras tantas se convierten en gigantes esferas tornasol que envenenan los ojos de los lectores con ocio; y, en muchas otras ocasiones contienen sonidos que rondan eternamente dentro de estas burbujas que no los dejan salir… Se la pasan observando el deterioro sonoro de su rostro (y rastro) dentro de aquella cápsula de aislamiento. Pero de vez en cuando… truenan; reproduciendo un código amorfo incapaz de ser traducido por este blog, pero que viaja a lo largo y ancho de la red buscando una voz… un grito.

TODOS LOS VIERNES DE 4PM A 6PM GRITA RADIO TRANSMITE 120 MINUTOS DE ESTE SONIDO ‘BURBUJEANTE’; ECHENLE UN OJO Y UNA OREJA.

TODOS LOS VIERNES DE 4PM – 6PM
CONDUCE BENJAMIN VILLEDA A TRAVES DE GRITA RADIO.

Grita, comenzó siendo hace 8 años un programa de radio encargado de difundir rock en nuestro idioma, termino su ciclo y se refugio en Internet en donde dejó de ser un programa para convertirse en una radio 24 horas al día de música alternativa. Se sumó un equipo editorial, área de programación, promoción, producción, locución, desarrolladores web…

www.gritaradio.tv

Esclavo del iPod

Soy un esclavo del iPod.

Desde el momento en que preñé con melómano, o, tal vez, megalómano placer a mi negra de espalda plateada y caderas anchas de 80 Gigabytes, supe que, por más retorcido que suene, me había entregado completamente, estaba enamorado. Sí, así es, estoy enamorado… Cierto, perdón, nena, estamos enamorados. Si Deckard se enamoró de una replicante, que yo no pueda enamorarme de mi iPod. Aunque… aún no estoy seguro de que mi iPod <<sueñe con ovejas eléctricas>>.
Claro que tiene nombre; Echoes. Llegamos al acuerdo de que después de nuestra primer relación, una orgásmica transferencia de más de 7,000 embates digitales, el término <<reproductor de mp3>> o <<8K6449F3V1Q>> era demasiado impersonal. Así que Echoes fue el nombre que se le tatuó en su memoria. ¿De dónde?, viene del griego cualquier fan del rock clásico sabe que las más grandes canciones son un eco constante que se alarga y permanece en los oídos de quien las escucha.
Pero no todo es felicidad. Es como cualquier otra relación, se necesita de mucho trabajo para hacerla funcionar. Peleamos constantemente; principalmente porque no encuentro ciertas canciones que sé que están allí, pero que ella no me muestra, por lo tanto, tengo que buscarlas manualmente. En ocasiones me ha hecho el numerito, en frente de mis amistades, de eliminar archivos, es decir, título, artista y álbum aparecen en la pantalla pero se salta de una canción a otra sin reproducirla porque al parecer, por arte de magia, desaparecieron los archivos.
-Las cosas no desaparecen así como así, ¿qué les hiciste? Cómo que quién, pues tú, claro. Ahora resulta que las canciones desaparecen por ar
-1010001, 00101… 1000100110 0011100 101010… ¡110010100011!
-¡Y en frente de mis amigos! No me vuelvas a
-0101011101101 101001111110101010110 101010 101 10001 1001001 01010011111000001 1010101 010 1010; ¡1010101!.
-¡Ah!, sabía que me ibas a restregar eso. (Tuve una previa relación de varios años con otra iPod.) ¡Debí de comprarme mejor el
Zune!
-100001. ¡10101001!
-Como quieras.

Con todo y las peleas, ésta es la mejor relación que he tenido. Tal vez se deba a la honestidad con que se reproducen los tracks. Hemos experimentado con cosas nuevas (pop, cumbias, salsa, house) para no caer en la costumbre, pero el rock ha sido el que siempre salva la relación. All you need is rock.
(<<Detrás de un gran hombre hay una gran mujer>>)
Mi iPod es mi identificación con fotografía capaz de actualizarse día a día. Es mi huella digital.
No sé qué haría sin mi iPod. No me imagino caminando por las calles de ésta ciudad escuchando tan sólo el insípido cuchicheo del tráfico, las temerosas pisadas de la gente, o, peor aún, la peligrosa resonancia de mis pensamientos.
Es cierto que en ocasiones desvío la mirada hacia los acabados de otra iPod, es más, he tenido en mis manos el esbelto cuerpo de una joven iPod, he recorrido con mi dedo índice su piel touchscreen…, pero siempre regreso a casa. Siempre regreso al esclavizante cuerpo de <<la mujer debajo de mi pulgar>>; exploro con enorme felicidad y deseo el anticuado cuerpo de Echoes.
Menú. Music. Artist. A. B. C. D. E. F. G. H. I. J. K. L. M. N. O. P. Q. R… olling Stones. Aftermath. Under My Thumb.

Bob Dylan, un héroe que no será vencido por el tiempo.

        La oscuridad, oráculo que nos situaba la proximidad del maestro, se hizo presente al escuchar el descoordinado sonido de las primeras palmas, impacientes por encontrarse con el <<poeta>>. Puntual. 8:33pm, indicaba el insatisfecho reloj digital de mi teléfono celular. Dylan inició el concierto con lo que parecía a la distancia -Balcón, Q, 30-, una ‘strato’ que traducía la dialéctica de sus lánguidos dedos. Está de más decir que a su aparición, el rugido de aquél enorme pero mutilado -por el tráfico, y, por los altos precios-, monstruo de diez mil cabezas, se hizo presente. Dylan, plantado como la flecha orientadora que sostenía aquella brújula apuntando hacia el norte comenzó el ritual, y, cuando se tiene a un héroe enfrente, no se le puede trivializar con el término <<concierto>>.
Al sonar las primeras notas, no supe qué esperar, no supe cómo comportarme ante aquél momento tan emblemático que estaba a punto de transgredir mi cómodo e inerte universo de indie-rock-alternativo-chido-one-punk-amorcito-corazón-progre-yeah-yeah; como una jovencita a punto de ser ‘destapada’, traté de repasar rápidamente mi plan que con años y años de educación -y en algunas ocasiones, reeducación- musical, me habían permitido precisar una estrategia perfecta para disfrutar un momento tan legendario como este, pero lo único que pude hacer fue apretar y recibir.
El joven soñador detrás de aquella máscara de gurú, de 66 años, con esbelta figura vestida de negro, botas vaqueras; y flanqueado por sus cinco secuaces que, a su vez, estaban enfundados con playeras negras y trajes mostaza claro -lo mismo pude haber dicho: púrpura con motas doradas; el territorio del color me es ajeno, cual estado de sobriedad- , me penetraba de tal forma, que sólo quedaba ponerse flojito.
Con contundencia melódica y un aura de eclesiástica poética musical, navegamos por los mares rítmicos de un Dylan que no será vencido por el tiempo, ni mucho menos por facetas musicales en boga que se comercializan en nuestros días. Con una errática, pero a su vez, con una parsimonia jovial, Dylan contraía sus piernas y sus pies, rígidas manecillas de la brújula situada debajo de sus plantas with no direction home.
Nebulosas entonaciones, garrasperas y, uno que otro gallo, fue el repertorio teatral de las cuerdas vocales de Dylan, abrupto, como sincero. La pasión desbocada de su taciturna figura, debajo de los reflectores -tres tipos de luces, sobriedad absoluta que me hizo recordar el raquítico ambiente luminoso: rojo, amarillo y verde, del auditorio de mi secundaria donde, con la precoz actuación de mis compañeros, se le daba vida a las líneas de Neil Simon-, pasión pura.
¿Acaso era necesario entender las letras? ¿Acaso era necesario entonar sus famosas palabras al ritmo de sus camaleónicos nuevos arreglos de Like a Rolling Stone o Blowin in the Wind? ¡Claro que no! Conocí a una mujer de frondosa cabellera enigmática y ojos tan profundos como los solos de Frank Zappa que me daría la razón: <<es un gran poeta y compositor, ¿su voz?, su voz qué>>. Claro que uno de ustedes me está contestando: sí, sí importa; después me enumeraría de manera canónica, sus subversivos y novedosos conceptos musicales… Si ustedes creen que el sentimiento de Dylan no es lo suficiente para reconocer su calidad de héroe, es porque entonces nunca han escuchado al <<chaparrito>> de la cantina el Centenario que, con su National Style 0 Resonator de la muerte, ejemplifica la extraordinaria fusión entre la ejecución y el sentimiento, siendo, la primera, ‘para llorar’, y, la segunda, para llorar.
Extasiados al final, todos salimos por las mismas puertas, ensimismados en nuestra resonancia ‘Dylanesca’ que aún murmuraba -gracias a una gran acústica del lugar- en nuestros oídos y mentes. Al final, todos salimos a la gélida realidad de la noche to be on our own, again.