TANGENT. teaser trailer.

Running away from a broken home, Samantha, an Australian student of photography comes to New York City searching for job opportunities and a clean start. She falls in love with David, a young writer from Spain that restores romance to Sam’s life. With him, Sam will discover that love is a more complex picture.

Directed by
Benjamin Villeda

Director of Photography
Steven A. Soria

Starring
Sabrina Medcalf & Pablo Herran

Un Mundo Raro Producciones & Monster boy/girl films
2009

PASADENA (teaser trailer).

PASADENA. TEASER TRAILER.

PRODUCED AT THE NEW YORK FILM ACADEMY, 2009.

a Film by Benjamin Villeda

STARRING
RYAN KIBBY
MALLORY MOYE

Produced by
Heather Black

Director of Photography
Steven A. Soria

Production Designer
Robbin Chiu

1st Assistant Director
Simon Chiu

1st Production/Art Direction Assistant
Daria Davydova

Assistant Camera
Antonio Pinhao Botelho

Gaffer/ 2nd Assistant Camera
M. Azmi

Sound Design and Boom Operator
Ryan Palmer

VILLEDA, CON V DE VON TRIER

Llegas tarde. Bueno, no exactamente. Las dos de la tarde con un minuto hubiera sido llegar tarde. Es la una cuarenta y cinco. No tarde, pero tampoco temprano. El neurótico y acelerado paso que has adoptado con naturalidad gracias a los veinte días que llevas habitando Manhattan («¡Quítense de mi puto camino!»), te ayuda a llegar rayando al día de registro en la New York Film Academy.
New York Film Academy… ¿Qué clase de jodido nombre es ese? ¿Qué enseñan ahí, cine o a cortarle el pelo a los french poodles de las solteronas? diría Spike Lee, probablemente.
Desechas el pensamiento sobre Spike Lee; después de todo, tan solo un par de días antes, dio una plática en la NYFA. «Do you know who directed Casablanca? No? But I bet you know who the fuck directed Zoolander! Get the fuck out of here!», anécdota que contaría al otro día Bryan, tu maestro de dirección.
Cruzas la entrada principal hacia el gigantesco escritorio de la escuela. La presunción indie que se te ha pegado del East Village hace que tires de las solapas de tu chamarra de piel de manera pomposa. Darías lo que fuera por tener unos Ray Ban. «¿Sí?». Suspiras de manera exagerada como signo de protesta, te da coraje que el chino-koreano-medio-norteamericano de la recepción no sepa que eres James Dean.
-Vengo a registrarme. Comienzo clases mañana.
Tac tac tac. Mañana… tac tac tac.
-¿Cuál es tu apellido?
Tac tac tac.
-Villeda. Con V de Von Trier.
Bruce Lee sacude su cabeza y sonríe. Los otros tres tipos de la recepción interrumpen su sesión ludovica en su Mac y te voltean a ver imitando los mismos movimientos de Bruce. Eres gracioso. Ahora son tus amigos. A menos que haya sido una sonrisa de «Oh, no; otro pinche chistosito», y les hayas cagado la madre. Casi sientes que te importa un poquito. Firmas, recoges tus papeles e identificación. Te das la media vuelta y te vas sin dar las gracias. Después de todo, reflexionas, Lars Von Trier odia los EE.UU. «Este será un año interesante».
Al salir escuchas un débil pero nítido «regresa a las cinco para Orientación». Le regalas un poco de tu energía y alzas la mano sin voltear atrás: enterado.
A las cinco de la tarde comienza Orientación. Tres horas de qué es lo que se supone que tienes que hacer y lo que no. Todo lo que se dijo durante esas pinches tres horas ya lo sabes, lo leiste (es la primera vez que haces algo así) dentro de las hojas que te dieron al momento de registrarte. Aún así no abandonas Orientación. Divagas. Uno de los maestros sugiere que cada uno de los alumnos, con micrófono en mano, se levante de su silla y diga su nombre, nacionalidad y qué hacía antes de llegar a la NYFA.
Puta, para el tercer guey que se presenta ya no estas prestando atención. Para el cuarto, NADIE está poniendo atención. Para cuando llega tu turno, tienes el ánimo de una ardilla recientemente violada por su padrastro, un rinoceronte. «Soy Pepe El Toro y soy inocente», ganas no te faltan, pero adoptas propiedad, sonríes, diriges una mirada a los demás, tu público, modulas mentalmente el timbre de tu voz, alejas los reglamentarios veinte centímetros de distancia el micrófono de tu boca. «Benjamín Villeda. Ciudad de México (inmediatamente, fea número uno y fea número dos, Monterrey y Ciudad de México, respectivamente, te voltean a ver. ¡Mi raza!). Comunicación». Tan tan. Nos vemos mañana.


Al siguiente día, recorres los pasillos de la NYFA como si fueran tuyos; te pertenecen. Tienes programadas tus dos primeras clases. «This is the first day of my life». Buscas la canción en tu iPod, es inútil porque no recuerdas quién la canta. La gente te examina al verte pasar. Tal vez sepan que algo grandioso está a punto de suceder. Como quisieras tener unos Ray Ban. Tal vez sólo estén admirando tu playera de Tony Montana, o, el hoyo en la parte del huevo derecho de tus desgastados Diesel. «Springsteen, sí. Hoy soy el chico malo de la calle E», piensas mientras cruzas el umbral de la sala de proyecciones.
La mayoría de los alumnos ya están sentados con pluma en la mano y cuaderno en el regazo, cubierto y plato a punto de ser utilizados por una hambrienta tribu de «Dame datos, dame, dame». Esperan con ansias el comienzo de su primera clase. Te sientas en una de las miles -y genéricas- sillas que dicen en la parte trasera «Director». Te preguntas cuántos de todos aquellos traseros sentados en «Director» (o sea, todos), lograrán la hazaña.
Eres el único que no tiene los ojos impregnados en la blancura de la pantalla en frente del salón. Eres el único que no tiene cuaderno y pluma a la mano. Buscas dentro de tu mochila, aunque ya sabes cuál será el resultado de esa búsqueda. Tu Mac. Tus papeles de la NYFA. Tu Q Magazine. Tu libro, Tokyo Blues de Haruki Murakami. No hay cuaderno. No hay pluma. Lo sabías desde que te sentaste, desde que te subiste al metro en Times Square, desde que saliste de tu cuarto. Lo sabías desde la secundaria, cuando dejaste de utilizar cuadernos y plumas.
Bryan se presenta con puntualidad. Un micrófono inalámbrico amplifica la desenvoltura de su presentación. «Soy Bryan». Ya te cae bien. «Hey, Bryan, ¿quieres ir a echarte unos chupes con el White Mike [Irish Pub, 7th Ave entre West 54th Street y 53th Street]?». Sabes que en algún momento sucederá. Bryan comienza a platicar del desarrollo del programa de estudios, aclara dudas, hace bromas pesadas, cuenta una anécdota de Spike Lee… Piensas que es un guey a toda madre.
Byan comienza a proyectar diapositivas acerca de tomas y planos y movimientos de cámara. Utiliza como ejemplo imágenes de películas famosas.
Melies!- dice Pepe Le Pu.
Medium Shot!- grita il Padrino.
Griffith!- atina California.
-¡Hitchcock!- la caga Vladimir Putín.
¡No sea pendejo! Me voy a morir… y ni un chile van a saber pelar.
Welles– corrige Venezuela.
Todos intentan llamar la atención de Bryan mediante la rapidez y efectividad de su conocimiento «cinematográfico». Yo sé. Yo sé. ¡Yo sé! Que puta hueva te da todo eso. Recuerdas cuando eras así. Los primeros días en la Ibero, demostrando tu sabiduría en la trivia. «Por 500 dólares, ¿quién dirigió Psicósis?», que puta hueva te da todo eso. You’re not that guy anymore. Sabes que tu compromiso, ahora, es mucho más profundo que sólo datos datos datos. Prefieres guardarte las respuestas que obviamente te sabes (al menos el 85%) para tus artículos en la 24 x Segundo. Tomas notas mentales de las cosas importantes: un par de tips sobre narrativa visual y un extraordinario ejemplo de <<que dirigir es como escribir>>. «Burbujas», piensas.
Tu segunda clase será un tutorial acerca de cómo utilizar el equipo. Por suerte ya tienes las bases, así que, mientras tus dos compañeros de equipo, Putín y Nigger, intentan entender qué chingados es un lente, tú prestarás mucha más atención a detalles específicos de la cámara. Pero eso será más tarde, después de que Bryan se despida.
Bryan se despide. «Hoy, a las cuatro de la tarde, se gradúan unos alumnos míos y proyectarán sus cortos, son alumnos del programa de ocho semanas…», ¿ocho semanas?, sabes que nos vas a asistir pero aún así afirmas con la cabeza, «… habrá vino para celebrar». «¿A qué hora?».
Sales de la NYFA. Tienes treinta minutos libres antes de tu tutorial. Parado en Union Square sientes el rush de por fin comenzar actividades. Ya quieres filmar. «Faltan un par de días», te dices para calmar la ansiedad. Inhalas la fría mañana de la costa Este. Esta ciudad no tiene secretos para ti. Tal vez algunas sorpresas. Tu celular suena. Es Sabrina. «East Village. Hoy. Los cuatro. ¿Como a las… cinco?». «No puedo, lo siento, tengo la graduación de unos amigos a las cuatro».

Será un gran año.